Difícil Confesión ante Grabadora

Actas, Informes, Cuentos y Leyendas

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Difícil Confesión ante Grabadora

G. D.: “Arturo, el poeta, ¿con quién se casó?”.


Armando: “Francisca M., de la cual tuvo dos hijos, pero no está bien ... no me gusta. Arturo era éste (señala en la foto un buen mozo), el último de la fila, el más chico. Éste se casó con una señora que se llamaba Francisca M.” (Elena dice: “Fue el más medio loquillo”).


“No. Él era hombre serio, él … (Elena interrumpe diciendo: “no, vino con un chiquillo …”).


“Pero ése es hijo ... se decía hijo de él. Cuando murió la mamá, nunca vino a verla, que lloraba y lloraba … Tuvieron tres hijos: el mayor se llamaba María Guadalupe, luego Arturo, como el papá, y luego ... y luego Amelia, y esa Amelia ... en Monterrey o en …


“Él (Arturo) era fotógrafo. Estas fotografías son hechas por él, pueden tener más de cien años. Mamá se casó en 1906, entonces él (ya) era fotógrafo. Creo que tuvo una fotografía en Doctor Arroyo, en Galeana, en Linares y aquí.


“Ese Alfonso que usted dice … era Peña, como ella era la esposa de Arturo Peña. Mamá siempre decía: Altagracia Peña. Jesús Peña. Pablo, ese Pablo de la Peña, era el papá de Moisés, Enrique de la Peña …


“De ese señor (Alfonso de la Peña, el poeta) hubo dos, una Josefina, hija de él, que creo que todavía vive, ahí en el Paso, Texas. Hablaban de que ese Alfonso que venía … se fue a Estados Unidos y ya no volvió. Y allá le escribía a ésta, que era … que era la que sabía de él, mamá Chonita se le decía … Con Beto tuvo más confianza que conmigo” -fin de la grabación- (Armando Torres, Monografías … IV, pp. 62-3).

Cartas a Mica

El que Lupe “Carrera” estuviera cojo no lo hacía minusválido para el amor. Un día se decidió y escribió una carta a Mica declarándole su pasión.


Por entonces corría agua por el arroyo, pero el único puente era el de la calle Comercio (Madero), por lo que si se quería cruzalo en otros lados sin mojarse tenían que poner peñascos y brincar de uno a otro. Eso fue lo que hicieron los de La Loma para cruzar a la Plaza.


Donde otros hubieran visto un obstáculo, “Carrera” vio su oportunidad. Escribió una carta, esperó a que Mica estuviera cerca del arroyo y le hizo seña de que en el peñasco de la orilla, bajo otra piedra pequeña, le dejaría algo.


Mica ni se dignó dar muestra de haberlo visto, pasó de una piedra a otra y al llegar a la de la orilla sólo se detuvo para empujar el mensaje al agua con la punta del pie.


¡Eso sí que “enchiló” a “Carrera”!: Allí mismo aclaró que escribiría otra carta y no toleraría que le volviera a hacer lo mismo.