“Amalados”

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“Amalados”

Pifa (Epifania) era hija de rancheros que tenían ganado, y hasta se decía que tenían dinero porque habían hallado monedas de oro en la Sierra de Tapias, por lo que cuando “le dio el sí” a Pablo éste no quería que lo olvidara, y con frecuencia se lo recordaba. Hasta que un día la hartó, y ya desesperada le contestó:

-”¡Pala que me anda lice y lice, si ya estamos amalados!”.

Celebración del Centenario

No creamos que todos los vecinos de la Villa sean “fantoches”, “farsantes” o traten de “apañarse” o “apantallarse” los unos a los otros. Aunque tal vez esta costumbre se haya incrementado con la llegada de los medios masivos de comunicación, y ahora se justifica diciendo que “nadie quiere ser menos”.


En la actualidad este juego no sólo lo practican los particulares, sino que hasta lo juegan quienes representan algún tipo de autoridad formal.


Cuente usted cuanta gente sube a los juegos mecánicos, ya sea en las fiestas de “La Fundación” o durante las patronales. ¿Será exagerada la protesta de los dueños de dichos juegos al quejarse de que no sacan ni para pagar a los empleados que les ayudan a armarlos y desarmarlos o para la comida de sus propias familias durante los tres o cuatro días que están en San Pedro?.


Los organizadores de las fiestas del “Centenario del Municipio” sabían que los pobladores no contaban con muchos recursos, así es que “los juegos mecánicos” sólo fueron unos “caballitos” que subían y bajaban al mismo tiempo que se desplazaba la plataforma en que estaban instalados, en el solar donde hoy se ubica la “Escuela Centenario”.


Como por entonces todavía no había electricidad en el pueblo, el dueño del juego acordó con algunos muchachos que si impulsaban la plataforma, una vez que ésta estuviera en movimiento podían montarse en los caballitos.


Los muchachos no sólo aceptaron la propuesta sino que lo hicieron con tal entusiasmo que doña Pifa (Epifania), una mujer mayor, que ya estaba sentada a mujeriegas en uno de los caballos cayó a tierra. Los muchachos y algunos de los mirones celebraron la “hazaña” a carcajadas.


Doña Pifa no se inmutó en lo más mínimo. Mientras se levantaba, sacudiendo el polvo de sus enaguas, aclaraba a los presentes:

-Mila, mila, que almilación les causa, ¡hagan de cuenta que me caí de un bulo!.


“Lecueldos de la Bola”

Aunque doña Pifa era mujer ya mayor, no faltaba quien le preguntara de vez en cuando cómo había sido su boda.

Ella comentaba con añoranza: “Fue una bola muy bonita, fuelon muchos culitos y culitas” (curritos y curritas: gente elegante o fifís).

El Tesoro de Pedro José

Contaban los abuelos haber oído de chicos que, cuando lo que hoy es Iturbide todavía era parte de San Pablo de Galeana, de vez en cuando llegaba de compras al poblado un indio vestido con harapos, pero que pagaba lo que compraba con monedas de plata.


Siempre bajaba y se iba por la cuesta de Las Alazanas.


Hubo quien lo siguió, pero unas veces se les perdía para el rumbo de La Muralla y otras hacia La Cascada.


Luego dejo de volver y no se habló más de él, hasta que se encontró parte de un esqueleto humano colgado de una cuerda cerca de una cueva, a la que llamaron “la Cueva del Muerto”.


Algunos dijeron que habían ahorcado a Pedro José para robarlo, otros que era alguien que andaba bajando un panal y que se le corrió la soga cuando lo atacaron las abejas.


Lo cierto es que de Pedro José y de su tesoro no se supo nada más.