¿Quién es Quién?
A quién se viste de ajeno
en la calle lo desnudan. No Hace Males a Nadie
Y, para Equilibrar la Balanza ... Un Canalla
En 1918 fue Alcalde Remigio B. González, quien durante su período tuvo problemas con varios de los vecinos.
El Ayuntamiento acordó renovar el puente de madera que unía los dos cuarteles de la Villa (San Pedro de Arriba y San Pedro de Abajo), para lo que el Síndico mandó cortar madera del predio nombrado “El Denuncio” (hoy parte de La Colorada), del que era albacea intestamentario el profesor David de la Peña. Cuando éste se presentó al Cabildo para cobrar la madera Remigio se negó a que se le pagara, pues según él dicho terreno era propiedad de la Nación, “y máxime cuando ésta fue empleada en una mejora de utilidad pública en general” (pp. 51-2).
Que paguen en Metálico
Ese año todavía seguía el problema con los billetes constitucionalistas, pues ni los mismos carrancistas los quería aceptar. Como el Municipio había hecho algunos préstamos en plata y algunos deudores habían realizado el pago con billetes conforme a la ley vigente en ese tiempo, Remigio B. González afirmaba que los “pagos deben de ser hechos en igual moneda, tal y como la recibieron” (p. 53).
Ultraje a la Autoridad
División Territorial
A solicitud del Gobierno del Estado, Remigio B. Gonzáles remitió en julio de 1918 la División Territorial en que fraccionó al Municipio, para las elecciones de Diputados y Senadores al Congreso de la Unión.
Para Canalla, Canalla y Medio
El 23 de septiembre de 1918 llegó a todo galope Simón Martínez a San Pedro desde la Laguna de Santa Rosa, con la noticia de que se aproximaba un grupo de bandoleros.
Los pocos pobladores que quedaban en la Villa se fueron a esconder por los arroyos a las faldas de El Picacho, y el Alcalde Remigio B. González se llevó a unos cuantos jóvenes a esperar a la gavilla en el arroyo por donde bajaba el camino desde El Puerto de la Laguna.
Le dio a cada uno un fusil y un puño de municiones, porque no tenía más, y los dejó para “ir a ver que las mujeres estuvieran seguras” (Armando Torres y Gómez Danés, Monografías … IV, pp. 12-3).
Cuando los pobladores regresaron al pueblo encontraron por el Arroyo de los Pizarrines los cadáveres de Cayetano Galindo -hijo-, Simón Martínez, Pablo Martínez Meléndez y Ciro de la Peña Meléndez.
A dos cuadras de la Plaza Bernardo Reyes estaba el cuerpo de Eduardo Chávez Peña.
“Censo” o “Padrón de Habitantes” (hombres) ¿de 1918?
Aunque el Cronista Municipal de Iturbide, Francisco Javier Alvarado S., nos presenta este padrón como de 1920 (p. 56), sabemos que no es posible sea de los habitantes del Municipio en esa fecha, pues aparecen los nombres de algunos de los jóvenes que murieron en combate defendiendo la Villa el 23 de septiembre de 1918. Tampoco es “Censo”, porque a mitad de listado se incluye la nota de “intestamentaria de José Meléndez”. Por ello inferimos que posiblemente sea listado de propietarios de bienes raíces que por 1916 ó 1917 todavía residían en el Municipio de Iturbide o parte de la documentación enviada en 1918 por Remigio B. González para preparar las elecciones de Diputados y Senadores al Congreso de la Unión:
Y Don Pablito … de Nuevo a la Alcaldía
Aunque por aquel tiempo todavía no existía el PRI, y por lo tanto tampoco “los moches” o “diezmos”, seguramente si había envidiosos a quienes no les gustó que, a pesar de que él protestara, al principiar a regresar poco a poco algunos de los vecinos a Iturbide, en abril de 1920 Pablo de la Peña recibiera de nuevo nombramiento como “Primera Autoridad” por parte del Gobernador del Estado de Nuevo León, el cual decía:
“En atención a su honradez, aptitud y demás cualidades que en usted concurren, he tenido a bien nombrarlo Primera Autoridad Política de esa Villa, entretanto las circunstancia anormales por las que actualmente atraviesa el Municipio permitan que se verifiquen las elecciones para funcionarios del mismo”.
El nombramiento se debió a información que envió el Alcalde de Linares, E. M. Martínez, que decía:
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