La historia niega a los contemporáneos la posibilidad de conocer en sus inicios los grandes movimientos que determinan su época.
de El Mundo de Ayer (p. 451)
por Stefan Zweig Valientes, Leales y Patriotas
“Aquellos rancheros ingenuos y sencillos … No eran hombres ... a quienes guiaba jamás la ambición del dinero: y al reintegrarse a sus hogares, pobres y desamparados, no reclamaban los frutos de sus desvelos, ni siquiera los honores debidos a su esfuerzo. Les bastaba con que su jefe los llamara valientes, leales y patriotas” (Roel, p. 166).
¿Habrá diferencia en cuanto a calidad y cantidad de servicios prestados a la comunidad iturbidense entre ciudadanos y alcaldes de aquellas épocas y los de la actual?.
Recordemos que por entonces todavía faltaba algo más de medio siglo para que apareciera el PRI corporativista por el Municipio, con sus alcaldes analfabetos y los comisariados ejidales de la Central Nacional Campesina: balazos, muertos entre ellos, despojo de tierras (a pequeños propietarios), robos ...
Hasta fechas recientes los integrantes de estos Ayuntamientos (del PRI) se han repartido entre sí los bienes municipales, incluyendo calles y parques, con sólo la aprobación del Cabildo, o sea ellos mismos, sin solicitar la del Congreso del Estado como marca la Ley. Hasta nombran calles con el “glorioso” período en que gobernaron, por ejemplo: “H. Ayuntamiento 82”.
El Segundo Imperio (1863-1867)
En 1863 Joaquín de la Peña dimitió al cargo de Presidente del Ayuntamiento, al que había sido asignado nuevamente para el año de 1864, pues informó que se iría a vivir al Estado de Tamaulipas, donde residía su familia -esposa- (Alvarado S., Repaso … , p. 52).
José María de la Peña era Juez del Registro Cilvil en 1860, pero fue suspendido de su ejercicio por la administración del Imperio Mexicano. Al llegar el Coronel Gerónimo Treviño a Galeana en abril de 1865 lo volvió a nombrar responsable del despacho del Registro Civil y Comandante Militar de la Villa, liberándolo del cargo de Alcalde Primero por “desempeñar dos cargos a un tiempo” (Alvarado S., Repaso … , p. 47). Dos Rifleros de Zaragoza
Saqueo e Incendios en la Villa por Fuerzas Imperiales
Las fuerzas armadas al mando del General Douay y el Comandante Sebastián Auojador ocuparon la Villa el 11 de mayo de 1866, e inmediatamente detuvieron al C. José de Jesús de la Peña y a sus hijas de 13 años de edad, a quienes condujeron a Galeana. Impusieron al pueblo una multa de 3,000 pesos, bajo pena de fusilar a los detenidos si ésta no era pagada en 48 horas.
Al día siguiente (12 se mayo) salió una partida militar bajo la guía de Jesús Vidaurri, vecino de Saltillo, en persecución de las familias que andaban errantes rumbo a Santa Rosa, La Peñita y El Saucillo, en particular la de Leandro Martínez padre del Coronel Pedro Martínez. Al llegar a El Saucillo, que había sido propiedad de los Escobedo de la Peña, encontraron el rancho abandonado por lo que lo incendiaron, reduciéndolo a escombros.
El Ayuntamiento reunido en sesión extraordinaria, bajo la presidencia de Ramón Meléndez, reportó lo sucedido (Alvarado S., Repaso … , pp. 63-5).
Un mes después, el 16 de junio, los republicanos bajo las órdenes de Mariano Escobedo derrotaron a los imperialistas en Santa Gertrudis, Tamaulipas.
Al año siguiente, a sólo un año y un mes del saqueo en San Pedro de Iturbide, después de la toma de Santiago de Querétaro, cuando iban a ser fusilados Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón y Tomás Mejía, el 19 de junio de 1867, éstos fueron custodiados por el Ejército del Norte en el trayecto desde el Convento de la Cruz hasta el Cerro de las Campanas. Al frente iba un escuadrón de caballería de los Cazadores de Galeana y los seguía todo el Primer Batallón de Nuevo León.
La República Restaurada (1867-1876)
Cuando el Gobernador del Estado solicitó que se le enviara el archivo del Municipio de San Pedro de Iturbide, Juan Martínez reportó que el 11 de mayo de 1866, cuando San Pedro fue invadido, Ramón Meléndez desempeñaba los cargos de Alcalde Primero y Comandante Militar, pero en el momento en que los invasores catearon la casa de Don Jesús de la Peña encontraron ese archivo y lo quemaron (Alvarado S., Repaso … , p. 62).
Razias (Ataques Sorpresa) en Camarones
Guadalupe Luna, Juez Auxilia de Camarones, reportó el 4 de junio de 1867 que por la madrugada fueron sorprendidos los vecinos por una partida de “revoltosos de Tamaulipas, capitaneados por un tal Guadalupe Perales”, los que exigieron a los vecinos dinero, armas, caballos y monturas.
El Juez Auxiliar manifestó también que fueron 80 los hombres que entraron a la Comarca, pero parte del grupo esperó en La Oveja a que regresaran los que avanzaron hasta Camarones.
Los vecinos de este rancho no pudieron defenderse por carecer de armas, pero varios de ellos “se salieron de sus casas y se situaron en la Cuesta de la Oveja” desde donde rodaron piedras a los bandidos cuando éstos regresaban, lo que los desorganizó e hizo “correr más que de prisa, largando un caballo” (Alvarado S., Raíces … , pp. 18-9).
También informó el Juez que los revoltosos de Tamaulipas dirigidos por los cabecillas Emilio Parra, Antonio Dávila y Guillermo Martínez habían hecho ya tres correrías por la Comarca.
Inmediatamente se dio parte a los alcaldes de Galeana, Linares y al Gobierno del Estado. Los pocos rurales que había en San Pedro fueron a observar los movimientos de los revoltosos, y el Alcalde pidió a los vecinos de la Villa que tenían armas estar preparados para evitar alguna sorpresa.
Cuando llegó el Teniente Coronel Eugenio Gonzáles, con algunos de los Cazadores de Galeana, solicitó guías y se le unieron los particulares de la Villa “que se pudieron montar y armar, que fueron 19 hombres”.
Al saber que el enemigo iba rumbo a Río Blanco (Aramberri) supusieron que saldría por el rancho Las Vírgenes, así es que se dirigieron hacia allá.
Al avistar la vanguardia del enemigo se solicitó a los jefes que aceleraran la marcha. La fuerza del enemigo sería de unos cien hombres y el tiroteo duró cerca de una hora, “tiempo en que el enemigo pudo poner a salvo el pillaje que llevaba”.
Los Cazadores atacaron por la retaguardia y los revoltosos dejaron algunos caballos y mulas, y a “un muerto que parecía oficial”.
Por parte de la Guardia Nacional se tuvo la pérdida de un soldado de Cazadores muerto y tres más de los que no se supo su paradero.
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